Image::MUSEUM OF MODERN ART MoMA © NYC::
¿Qué es el arte? Gran pregunta.
¿Será acaso, quedarse como una pantera o un tigre sigiloso entre los matorrales
de una sabana africana o de la patagonia sudamericana o de la selva india
mirando fijamente a tu alrededor, o a tu presa [a esa idea o concepto que
quieres plasmar, o representar, o entender], profundamente, sabiendo
exactamente qué pasa a tu alrededor, y cuando menos ese ambiente o presa se lo
espere, lanzarse a por ella con todo, formar ahí mismo una pelea de perros rabiosos,
hacerse pedazos y sacar algo en limpio, independientemente de las heridas
[físicas o psicológicas que te produzca, da igual, ganes o pierdas], pero sacar
algo en limpio? Una conclusión, una idea, alguna respuesta… ¿Respuesta?...
¿Respuesta a qué?... ¿Respuestas para qué?... Otra gran pregunta. ¿Qué carajo
es todo esto, o de qué se trata todo esto? Otra gran pregunta. Y la vida es muy
corta, y el mundo muy grande, extremadamente grande. Inmenso. ¿Cómo hacerlo, o
qué hacer con todo esto? Los grandes pensadores o filósofos de nuestra época [y
de otras cuantas más] se han desangrado en buscar respuestas a mil
interrogantes que el sujeto, supuestamente cuerdo, se viene planteando desde el
inicio de los tiempos para tratar de sacar algo en limpio. ¿Para qué?... ¿Para
tratar de entender cómo funciona la psiquis humana?, ¿O para tratar de entender
cómo funciona tu propia psiquis personal y de ahí saber cómo demonios
relacionarte con el resto sin tener que rendir pleitesía ni agachar la cabeza
ante nadie?... Quién sabe. ¿Y si te importa todo una mierda? Históricamente se
dice que a los artistas [a los buenos] les importa todo una mierda… pero, ¿Y si
pasa que por los mismos libros de historia, te enteras que a los mismos grandes
artistas de todas las épocas habían cosas que les importaban mucho, muchísimo,
y precisamente por importarles mucho cierto tipo de cosas aparentemente de otra
galaxia [entiéndase más universales o plurales], el resto [lo terrenal o
doméstico] les importaba una soberana mierda, entonces ¿Qué es importante?,
¿Qué es lo realmente importante? o, ¿Dónde se pierden los límites de lo que es,
al fin de cuentas, realmente importante de lo que realmente importa una mierda,
dependiendo para quién y en qué nivel?
Hace algo menos de un mes, en el
diario “El País”, Fernando Savater disparaba los dardos contra los escritores o
autores que tiran, a su vez, dardos contra otros personajes públicos y también
privados en un artículo titulado “Dar Caña”, metiendo entre medio
intelectualismos para atacarlos por sus usos de otra aguda intelectualidad para
el fin último del dardeo. Y pasa que uno se queda leyendo y no acaba por
entender cómo un autor [público] como Fernando, termina cayendo en el mismo
círculo vicioso de dardear a los dardeadores [siendo él mismo uno de aquel
grupete]… ¿Qué pasa con esto? Pasa que al final, hay muchísimos autores que a
fin de cuentas, tratan de ponerse por sobre otros acusándolos de utilizar las
herramientas que uno mismo utiliza, y eso no está bien caballeros. O al menos
para quién os escribe [con un profundo respeto y admiración por Fernando y su
obra], aquello resulta como un mismo perro rabioso dando vueltas en círculos
tratando de morderse la cola. No digo con esto, por supuesto, que Fernando sea
así, en absoluto, pero lo cierto es que su artículo, con la inteligencia
admirable que tiene, termina por no ser del todo respetable, a menos que aquél
artículo fuese publicado en un medio de comunicación sin la espectacular
distribución de la que goza aquella cabecera en el idioma que nos une. Puede
que sea un cierto grado de incomodidad para cualquiera que conozca los códigos
mínimos [e igual de universales] de la cordialidad, por no decir, de clase. Lo
del artículo fue absolutamente innecesario, así de tajante os lo digo. Supongo
que Fernando se lo tomará con idéntica clase, digna del caballero que es, así
que todo lo anterior no es problema, en absoluto.
El problema viene ahora, cuando
aquello pasa a ser pilar de la producción cultural contemporánea, en todos los
puntos del globo por igual. Y el gran tema de todo esto es que esa misma
práctica, desde el último decenio, ha pasado a transformarse en motor de
producción cultural en casi todos los rincones del planeta. Y eso está jodido,
qué queréis que os diga. Y es preocupante. ¿Por qué? Porque si bien el rol del
artista es mirar a su alrededor y ver toda la riqueza y toda la pobreza a su
alrededor y crear consciencia, otra cosa es enfrentarte a tus pares para tratar
de ponerte por sobre un escalón por arriba de ellos cuando tienes ese poder de
visibilidad, y eso no es bueno, ¿Por qué? Porque demuestra tu propia
inseguridad, que es la fe de los idiotas. Y ha pasado siempre igual. Supongo
que tampoco será tan importante, si ya ha pasado antes y siguieron todos vivos,
y murieron en paz. El asunto radica en el desvirtuosismo de las disciplinas
creativas cuando se ven envueltas en este tipos de asuntos domésticos. Y ya. El
arte caballeros debe de ir mucho más allá, debe de ponerse por encima de esa
domesticidad, a juicio muy personal, a menos que el asunto que se trata sea lo
suficientemente importante como para transformarse, por sus características
intrínsecas, en una universalidad que concierna a todo el mundo, no solo a
algunos pocos. No caer en la trampa. ¿Por qué? Porque eso demuestra la corta
visión de mundo, o el estancamiento en localismos, o en el pasado, y como
vosotros sabéis, el mundo avanza, y hoy más que nunca, muy, muy deprisa. Se
dice que los artistas de hoy [los de mi generación] han abandonado los
localismos y se han convertido en ciudadanos universales que lo mismo están en
El Cairo, Nueva Guinea o la Patagonia, pero, ¿Será aquello verdaderamente
cierto? Puede que en contadas excepciones lo sea, pero por lo que se ve, a
nivel más general, queden márgenes de duda al piñarse casi todos en la supertribu
urbana. Y eso se ve a simple vista dándose una vuelta por las galerías de arte,
bienales o ferias… nadie aporta soluciones, aunque tratándose de las grandes
ciudades [en relación con pueblos o campesinatos] debería ser justamente lo
contrario. Leer a autores que de antemano ya sepas que no han vivido alrededor
del mundo o con historias personales o familiares de movilidad, resultan un
agobio denso de asuntos domésticos, y no os perdáis, que una cosa es escribir
sobre asuntos de la vida cotidiana que puedas cargarlo de universalidad, y otra
es escribir sobre asuntos de la vida cotidiana donde seas incapaz de dotarlo de
universalidad. Y lo que vas leyendo se repite, y bis, y más, y sus autores
defienden lo suyo amparándose en el “nuevo” entendimiento de sus localismos
particulares y de sus problemas domésticos de acuerdo a los avances del mundo
postmoderno sin antes dotar todo tipo de cración de altas dosis de violencia,
que es otro opio para las masas…. De hecho, puede afirmarse que las emociones
de la violencia de ficción, por ejemplo, en las pantallas o salas de cine
locales exhibidas tienen un atractivo que es directamente proporcional al grado
de frustración en la dominación que se experimenta en la vida real. Con todo
esto, podría preguntarle a Usted, ¿Sabe para qué sirve el arte, digamos, desde
el punto de vista del artista? Pues para reírse a carcajadas de la domesticidad
de la gente, de sus pensamientos, decisiones y opiniones derivados de esa
domesticación y domesticidad, y pasárselo en grande dándoles una hostia con sus
palabras, o con su obra, o simplemente escuchando, y de ahí, tratar de
descifrar su razonamiento. No necesita ni abrir la boca, ni decir absolutamente
ninguna palabra. El oído y la observación son suficientes. Y después de escuchar
toda esa circunferencia de imbecilidades, escucha una obra maestra de un joven
pianista mirando con desdén a su público, u observa con la ceja levantada una
obra de arte de algún maestro [sea barroco o contemporáneo] y logra descifrar
el mensaje que a lo mejor quería decirle solo a través de la imagen, o
llevándolo más a lo terrenal, a un joven en medio de una situación absurda con
el cual cruzas la vista y en esa mirada profunda donde ambos se taladran, el
joven logra decirte sin pronunciar ni una sola palabra “what the fuck”… en
todas estas situaciones, sin excepción [como en muchísimas otros, el abanico es
amplio], explotas en carcajadas sin que los que estén a tu alrededor sean
capaces de enterarse de nada… eso es arte. Porque el arte debe ser vida… por
eso es capaz de estirar su mano, sea grande, huesuda, fina, aterciopelada,
tosca o callosa, a la muerte, para que ella acepte con la misma cordialidad el
paso, y se acerque a ti, cogerla de la cintura y bailar un buen vals, y ojalá,
con una orquesta sinfónica entera de fondo. Y si más al fondo están de testigos
el Taj Mahal de la India, el Cristo Redentor de Río de Janeiro o la esfinge de
las pirámides de Giza, o cualquier otra de las maravillas del mundo… tanto
mejor… Why not? Ese es el fin último del arte. Y su Usted está en condiciones
de practicar ese ejercicio, simplemente [y debería de ser una norma para todos
los que la practiquen] no puede, bajo ningún punto de vista, atacar a otro que
haga lo mismo que Usted. Por supuesto, si es igual de bueno que Usted. Y si es
mejor que Usted, con mayor razón. Invítele una copa. Será un placer. Leía en
alguna editorial por ahí, que hoy se trata de reprimir el primero de los
derechos humanos, que es la capacidad de soñar. Y eso, Usted, no lo puede
permitir. ¿Por qué? Porque nadie tiene derecho, absolutamente nadie, de
quitarle sus sueños, ¿Por qué? Porque como crea en ellos, puede confiar, salvó
su propia vida.
Siempre aparece gente [en
realidad gentuza] que a Usted se le acerca y lo juzgará, por lo que piensa, por
lo que hace o por lo que opina, y si resulta que en ese accionar, ese pensar o
en esa opinión no hace daño a nadie, ni le roba a nadie. ¿Qué sucede si en su
propio desplante, Usted, como artista [o como cualquiera con dos dedos de
frente], viene a recibir menoscabo de una panda de gilipollas que no saben ni
escribir correctamente, o modular?... ¿A tratar de ser convencido de que deje
de soñar para tratar de asemejarse un poco, o totalmente, a lo que otros
quieren que Usted sea, o se convierta?, ¿Está Usted, honestamente, en ese
momento, en su pleno derecho de mandarlos a todos a tomar por culo y si quiere,
empezar a repartir galletazos? La respuesta es: Absolutamente. Hágalo. Total,
¿A Usted qué mierda le importa? Si después sigue en lo suyo, en su mundo personal
al mismo nivel creativo de siempre, o incluso mejor, convencido de que lo que
hace no es bueno, sino muy bueno. Eso siempre a uno lo autoconvence para seguir
en la pista de baile, seguir siempre, rendirse jamás y con la barbilla en alto.
Y he aquí un tema importante, cuando debemos entender a la supertribu en la que
vivimos, refiriéndonos a la vida en la ciudad y su sitema de clases. El sistema
de las tribus de clase de fraccionar, ha sufrido desde los años sesenta grandes
reveses. Al ir adquiriendo proporciones aún mayores en número de habitantes y
hacerse cada vez más complejas las tecnologías, fue preciso elevar el nivel de
educación de las masas para mantenerse a la altura de la situación. La
educación, combinada con las mejoras en los medios de comunicación y en
especial las presiones de la publicidad masiva, condujo a un importante
resquebrajamiento de las barreras de clase. La satisfacción de conocer el
puesto propio en la vida fue reemplazada por las exitantes y cada vez más
reales posibilidades de rebasar ese puesto. No obstante, el viejo sistema de
tribus de clase continuó luchando y todavía sigue haciéndolo, pese a que hoy
por hoy es más bien un animal moribundo dando los últimos coletazos de lo que
fue en la antigüedad. En la actualidad podemos distinguir los signos exteriores
de esa batalla en la celeridad cada vez mayor de los ciclos de la moda [ya que
esto, al final, es el tema que los trae hasta aquí, vamos]. Nuevos estilos de
vestidos, mobiliario, música y arte se remplazan unos a otros con la rapidez de
un chasquido de dedos. Se ha sugerido frecuentemente que esto es consecuencia
de presiones e intereses comerciales propios del mercado, pero sería igual de
fácil seguir vendiendo nuevas variaciones de los viejos temas que introducir
temas nuevos. Sin embargo, existe una demanda continua de nuevos temas debido a
la rapidez con que los viejos se difunden por todo el sistema social. Cuanto
más rápidamente alcancen los estratos inferiores, más pronto deben ser
reemplazados en la cumbre por algo nuevo y exclusivo. La Historia nunca ha
presenciado una tan increíble y vertiginosa sucesión de estilos y gustos como
ahora. El resultado, obviamente, es una importante pérdida de la fisonomía
pseudotribal suministrada por el viejo sistema de clases sociales. En
sustitución de esta pérdida, hasta cierto punto, existe un nuevo sistema de
fraccionamiento supertribal que se ha desarollado recientemente sacando las
famosas tribus urbanas como los ya masificados hipsters y otros cuantos grupos
de… cómo decirlo… digamos, gente especial… Me refiero a un fraccionamiento
surgido a partir de la clases de edad. Se ha abierto un abismo que va
ensanchándose cual Homero Simpson escapando del hoyo negro en 3D, entre lo que
debemos llamar ahora una pseudotribu de jóvenes adultos y una pseudotribu de
viejos adultos. La primera posee sus propias costumbres y su propio sistema de
dominación, que van diferenciándose cada vez más de la segunda. El fenómeno, de
poderosos ídolos adolescentes, líderes estudiantiles y también de opinión en
medios de comunicación independientes se ha producido en una nueva e importante
división pseudotribal, donde los esporádicos intentos por parte de la
pseudotribu de adultos viejos para cercar al nuevo grupo han obtenido un éxito
muy limitado, por no decir prácticamente nulo. La acumulación de honores
propios de los adultos viejos sobre las cabezas de líderes adultos jóvenes, o
la tolerante aceptación de los extremismos de las modas y estilos de los
adultos jóvenes, no han logrado sino conducir a nuevos excesos de rebeldía
sacando de sus tumbas a todos los dandies de la historia antigua y
contemporánea. Por ejemplo caballeros, si la marihuano lograse ser legalizada y
obtiene una amplia difusión, será necesario un sustitutivo e inmediato, del
mismo modo que el alcohol tuvo que ser sustituido por la marihuana. Cuando
estos excesos alcanzan un punto que los adultos viejos no pueden admitir, o que
se niegan a imitar, entonces los adultos jóvenes pueden descansar tranquilos
por algún tiempo. ¿Por qué? Porque no tienen competencia para ser desplazados,
ondeando sus banderas pseudotribales y disfrutando las satisfacciones de su
nueva independencia peudotribal y de su más manejable y reservado sistema de
dominación. Sobre esta base, cabría esperar que cada una de las grandes
ciudades fuese un hirviente núcleo de innovación e inventiva. Comparadas con un
pueblo, así parece ser, sin duda, pero dista diametralmente de alcanzar sus
límites exploratorios. Esto se debe a que existe un antagonismo fundamental
entre las fuerzas cohesivas e inventivas de la sociedad. Unas tienden a
mantener inmóviles las cosas y se esfuerzan por ser reiterativas y estáticas.
Las otras impulsan los nuevos desarrollos y la inevitable repulsa de los viejos
modelos. Así como hay un conflicto entre cooperación y competición, también
existe una lucha entre conformidad e innovación. Sólo en la ciudad [se supone]
es viable la innovación sostenida, porque sólo la ciudad es lo suficientemente
fuerte y segura en su gregaria conformidad para tolerar las fuerzas dislocadas
de la originalidad y la creatividad rebeldes. Las lanzas metálicas de lo
iconoclasta son meros moldadientes en la dentadura del gigante, que le
proporcionan un agradable cosquilleo despertándolo del sueño e incitándolo a la
acción, y en ese punto, las artes son fundamentales, como renacer al trío de
Gordon [Matta Clark], Laurie [Anderson] y Trisha [Brown] y hacer saltar por los
aires a Nueva York, o los surrealistas a París. You know what I’m talking
about…
La lección que se desprende de
todo esto es que la vieja necesidad biológica de la especie humana de una
precisa identidad tribal es una poderosa fuerza que no puede ser dominada. En
cuanto es invisiblemente reparada una fisura supertribal, aparece otra. Algunas
autoridades bienintencionadas pensaban y hablaban alegremente de esperanzas de
una sociedad mundial. Veían con claridad la posibilidad técnica de un
desarrollo tal dadas las maravillas de la comunicación moderna, de ahí algunas
espectacularidades como la Unión Europea u otras bendiciones para el
entendimiento de los pueblos y la democracia, pero pasaron obstinadamente por
alto las dificultades biológicas de la peña… de ahí a que hoy, esté todo
prácticamente a punto de irse a tomar por culo.
Y pasa caballeros que las perspectivas seguirán siendo sombrías mientras
siga sin llegarse a una armonía con las demandas biológicas de la especie.
Teóricamente, no existe ninguna buena razón por la que pequeñas agrupaciones,
satisfaciendo las exigencias de la necesidad tribal, no puedan interrelacionarse
constructivamente dentro de supertribus florecientes que, a su vez, se
relacionen recíproca y constructivamente entre sí para formar una masiva
megatribu mundial. Los fracasos existenten hasta la fecha se han debido, podrá
Usted verlo, en gran medida, a los intentos de suprimir las diferencias
existentes entre los diversos grupos, en vez de encausarlos a mejorar la
naturaleza de estas diferencias convirtiéndolas en formas más fructíferas y
pacíficas de interacción social competitiva. Los intentos de convertir el mundo
entero en una gran extensión de uniforme monotonía se hayan condenados al
desastre, y esto se aplica a todos los niveles, desde el nacional hasta el
puramente local. El sentido de identidad social presenta una dura lucha cuando se
ve amenzado [¿Alquien dijo El Cairo?]… el hecho de que tenga que luchar por su
existencia significa, en el mejor de los casos, un levantamiento social y, en
el peor, una carnicería humana.
Volviendo a lo nuestro, y a algo
más amable, si Usted sube fotos de chicos o chicas guapas por las redes
sociales, las visitas se disparan, y lo mismo en todo el universo de la segunda
realidad que es internet, que en tiempo récord ha logrado tener más importancia
que la propia vida real y convertirse en una supuesta verdadera realidad. Debe
entonces, de llegar un minuto en donde la gente deba escapar de ella y
reencontrarse con su esencia, que es vida en relación con los demás, con lo
táctil, con lo real. Pero eso es una cosa muy doméstica a su vez, lo real.
Pero… ¿será tan así?... ¿Será lo real verdaderamente importante?.... o, ¿Qué
sucedió con las personas en su empeño por convertir su segunda realidad virtual
en su nueva realidad?... es agobiador. Y pasa que el arte, o los artistas,
tenían la responsabilizar de valerse de esa nueva realidad virtual para
confundirla con la verdadera realidad y dar vueltas girón y confundir a la
mayor cantidad posible de gente a ver si podría llegar a ser capaz de delimitar
por sí mismos los márgenes entre ambas, si era necesario, con trucos dignos de
Dante. Internet, las redes sociales y todos los juguetes electrónicos y
tecnológicos no debiesen ser herramientas para que los artistas lograsen
visibilidad nacional e internacional personal, sino debiesen ser instrumentos
para que el arte y los artistas jugasen a su antojo con la realidad y la
irrealidad en esa línea divisoria que separa a lo real de lo ficticio, y
viceversa. Y desde ahí, después de lograrlo, saltar fuera, y reírse a
carcajadas. Carpe Diem caballeros…. Carpe Diem. Por supuesto, la situación
debiese favorecer, inevitablemente, a individuos más bien normales, enardecidos
por alguna especie de obsesivo fanatismo, que estén dispuestos a cruzar a
través de la masa de fenómenos conflictivos que presenta la condición
supertribal. Éste es uno de los precios que debe pagar quien biológicamente es
miembro de tribu por convertirse en artifical miembro de la supertribu. La
solución pasaría, claro está, por encontrar ceberos brillantes, racionales,
equilibrados y reflexivos alojados en atractivas, deslumbrantes,
autoafirmativas y policromadas personalidades. Vamos, putos cracks.
¿Contradictorio? Pues claro que si. ¿Imposible? Probablemente, pero al menos,
debiera existir un destello de esperanza en el hecho de que la dimensión mínima
de la supertribu, causa principal de todos los problemas , ofrece también
literalmente millones de potenciales candidatos.
Después de todo lo anterior,
regresa a la realidad propia en el entorno natural, a solas, sin más compañía
que la naturaleza más salvaje y en ella, vuelve a tomar un lápiz y trazar una
línea sobre la hoja de papel, y otra, y otra, y dibujar esos distintos tipos de
manos, pies o rostros en retratos que se acerquen con la mayor precisión posible
al hiperrealismo de lo que sus pupilas sean capaces de observar con detención,
hasta los más mínimos detalles con el silbido del viento o el ruido de la leña
ardiendo en la chimenea a su lado como únicas posibles distracciones. Lo mismo
que un pincel sobre el bastidor, vamos, a las técnicas tradiciones del oficio
pictórico, las que determinaban al fin y al cabo quién coño tenía talento de
quien solo era capaz de tirar manchas deformes sobre una tela y creerse con esa
mamarrachada estar más cerca de la divinidad. Menudos. Ya lo decía Nietzsche en
sus fragmentos póstumos, que sobre el punto principal daba la razón a los
artistas antes que a todos los filósofos que han existido hasta ahora: los
artistas no han perdido la gran huella por donde camina la vida, amando las
cosas “de este mundo”, amando sus propios sentidos… Para Schopenhauer, el arte
es producto de la voluntad. Es la expresión de una voluntad individual, la que
produce un objeto que es la contemplación de esencias universales, de ideas
platónicamente entendidas y por lo tanto, independiente de principios de razón
requirentes. Consiste en la capacidad de hacer abstracción de las cosas
particulares, cuya esencia se resuelve únicamente en las relaciones,
reconociendo en su lugar a las ideas, y poniéndose a sí mismo, el artista, como
correlato de las ideas. En otras palabras, en la actitud de abandonar la
naturaleza del individuo para elevarse a sujeto puro de conocimiento. Lo que
explicaría que Usted vestido de frac, desde su palco en la Opera de Paris, le
cierre el ojo al chico guapo del palco de enfrente y se pase la lengua por los
labios para lograr que se ruborice y se arregle su pajarita mientras retumba la
tsardas húngara tocada por la orquesta sinfónica, esas melodías que empiezan
generalmente suaves y bajas como el sentimiento de una esperanza perdida, luego
se entrecortan con algo parecido a los sollozos de los amantes que se dicen
adiós y sin perder un átomo de dulzura, alcanzan en un prestissimo entrecortado
de suspiros el paroxismo de una pasión misteriosa que pronto estalla en una
antífora ardiente y guerrera; o se meta a una favela de narcotraficantes en Río
a bailar samba en medio de una tocata de percusión con las mujeres moviendo
como solo ellas saben todos sus atributos carnales, a la semana siguiente
golpee sobre una mesa en el centro de La Habana un shot de ron rodeado de
ancianos morenos con sus sombreros de ala alta y al poco tiempo pasee a solas
con su perro de raza alguna y un poncho la orilla del mar patagónico sintiendo
como se te entumecen los pies, lo mismo a la actriz de cine o la campesina que
camina a tu lado, te cubres la cara con una mano y te empiezas a reír solo… de
eso se trata todo esto, de impedir los estados de ánimo anti artísticos que son
la objetividad, la reflexión, la suspensión de la voluntad y el escandaloso
malentendido de confundir el arte con un puente hacia la negación de la vida.
¿Por qué? Porque lo que resulta esencial en el arte es su perfeccionamiento de
la existencia, su producir la perfección y la plenitud, porque el arte es
esencialmente la afirmación, bendición y divinización de la existencia, y ya.
Por eso Usted no puede aceptar jamás, de nadie, absolutamente de nadie, el
impedimento a soñar, porque debe ser muy lúcido siempre al saber y conocer el terror
propio del hombre [esa gentuza] que no ha querido el mundo como aparece, de la
satisfacción entusiasta proveniente de la total aceptación del mundo tal como
aparece y de la vida del hombre superior, el artista, puesto que este último se
encuentra en condiciones de vivir el eterno retorno de toda cosa puesto que
vive la vida como un juego creativo que tiene en sí mismo su propio sentido de
la satisfacción, asi que sí, mándelos a tomar por culo, y si quiere, reparta
también galletazos. No pertenezca a la supertribu. A ninguna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario